La dictadura (del latín dictatūra) es una forma de gobierno en la cual el poder se concentra en torno a la figura de un solo individuo (dictador), generalmente a través de la consolidación de un gobierno de facto, que se caracteriza por una ausencia de división de poderes, una propensión a ejercitar arbitrariamente el mando en beneficio de la minoría que la apoya, la inexistencia de consentimiento alguno por parte de los gobernados y la imposibilidad de que a través de un procedimiento institucionalizado la oposición llegue al poder.[1]
Históricamente, dictadura hace también referencia a la magistratura extraordinaria de la Antigua república romana, de donde cobra su origen. El Senado romano en casos de guerra o estados de emergencia dotaba a un hombre de poderes absolutos durante un periodo de tiempo determinado sin que por ello quedase derogado el ordenamiento político y jurídico existente. De este modo hoy día es frecuente que se apele a una situación extraordinaria para legitimar la duración, normalmente vitalicia, de una dictadura (guerra, confrontación, peligro, crisis, etc). Igualmente suele enaltecerse al dictador como alguien sacrificado capaz de entregar su propia vida por su pueblo, y a menudo se le rodea de cierta sobrenaturalidad de carácter militar y religiosa; y especialmente en estos casos se pretende la sucesión en otro dictador.[1] Según las características que presente puede ser una dictadura autoritaria o totalitaria.
Algunas constituciones democráticas como la alemana de Weimar preveían situaciones excepcionales que la justificaban, como excepciones a la utilización del término como forma de gobierno contrapuesto a la democracia.[1] En el extremo opuesto, encontramos dictaduras encubiertas bajo formas de gobierno aparentemente democráticas mediante plebiscitos, eufemismos y otros medios.
Históricamente, dictadura hace también referencia a la magistratura extraordinaria de la Antigua república romana, de donde cobra su origen. El Senado romano en casos de guerra o estados de emergencia dotaba a un hombre de poderes absolutos durante un periodo de tiempo determinado sin que por ello quedase derogado el ordenamiento político y jurídico existente. De este modo hoy día es frecuente que se apele a una situación extraordinaria para legitimar la duración, normalmente vitalicia, de una dictadura (guerra, confrontación, peligro, crisis, etc). Igualmente suele enaltecerse al dictador como alguien sacrificado capaz de entregar su propia vida por su pueblo, y a menudo se le rodea de cierta sobrenaturalidad de carácter militar y religiosa; y especialmente en estos casos se pretende la sucesión en otro dictador.[1] Según las características que presente puede ser una dictadura autoritaria o totalitaria.
Algunas constituciones democráticas como la alemana de Weimar preveían situaciones excepcionales que la justificaban, como excepciones a la utilización del término como forma de gobierno contrapuesto a la democracia.[1] En el extremo opuesto, encontramos dictaduras encubiertas bajo formas de gobierno aparentemente democráticas mediante plebiscitos, eufemismos y otros medios.